viernes, 18 de noviembre de 2016

El palmito (Chamaerops Humilis).



El palmito, vegetal cuyo nombre hace referencia a la misma denominación que la planta que lo produce, se presenta en los mercados en forma cilíndrica (o troncocónica), irregular, sensiblemente puntiaguda, de cuya extremidad sobresalen alrededor de ocho o diez hojas finas (puede que doce incluso), verdosas, alargadas y puede que cortantes, similares a las de la planta. El tronco, de 8 a 10 cm. de grosor, se envuelve en sucesivas capas fibrosas y peludas, de color marrón claro y anaranjado, que arropan en su interior los tallos tiernos y comestibles, así como las semillas o granos pequeños que es el verdadero fruto del palmito. Dichos granos, cuando están perfectamente desarrollados, se conocen en la región andaluza como «palmichas» y hacen las delicias de los chicos que lo comen como golosina, pese a su aspereza, particularmente por el gusto azucarado que tienen. Durante los meses de invierno, en enero y febrero sobre todo, solían ofrecerlos por las calles vendedores ambulantes, junto a cacahuetes, chufas y algarrobas, una costumbre en desuso actualmente debido a la proliferación de snacks industriales. Los palmitos, puestos en maceración pierden su aspereza y aumenta su dulzura, resultando un postre agradable de sabor azucarado.

Su maduración comienza en diciembre y se mantienen a la venta para su consumo casi hasta finales de abril, dependiendo de la región climática donde se localice. Los tallos se encuentran subterráneos, entre las raíces de la planta que vegeta espontánea en la zona occidental de la flora mediterránea, y es este el motivo por el que la recolección en las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz es donde se hace familiar y hasta típico su consumo en tal franja temporal.


Cabe decir que hay que diferenciar entre las distintas especies, aquellas que se producen con fines ornamentales, que son muchas, ya que el palmito como planta es un espécimen muy bello de ver y se ofrece como elemento decorativo para parques y jardines. Estas variantes concretas pertenecen generalmente a los «Trachycarpus» y llegan a comprender cuatro especies extendidas desde el Himalaya occidental hasta Martaban, China y Japón, y sobre todo al género «Chamaerops» de la familia de las palmas.


En América las variantes singularizan de manera distinta a Europa, existiendo varias como son:

- Palmito amargo, nombre vulgar de la «Bactris Ciliata» de Perú.
- Palmito de Cuba, bien conocido en el lugar como «Palmiche» o «Palma real».
- Palmito de Brasil, nombre vulgar de la «Euterpe oleracea», que también se conoce como «Manaca».

Unas y otras crecen espontáneas en el norte de Argentina y en las regiones cálidas de América, siendo, sobre todo en Brasil, muy buscadas las yemas, que se suelen consumir fritas en aceite, siendo una comida tan sabrosa como saludable.


Pero centrándonos en el palmito autóctono, el europeo, la variante predominante es la «Chamerops humilis». Dicho género pertenece a la familia de las Palmas, cuya subfamilia de las «Corifoideas», tribu de las «Sabaleas». Son plantas de poca altura, con una ramificación en matorral, que pueden llegar a alcanzar de uno a cinco metros y cuyo follaje alcanza una longitud de 20 a 40 cm. con espinas en los peciolos. Vive en terrenos secos, calentados por el sol, y los requerimientos térmicos para su desarrollo oscilan en los 30º C, produciendo en estas circunstancias frutos magníficamente desarrollados.


Cabe decir, que las hojas del palmito, bien maceradas, machacadas, peinadas y rastrilladas, se concierten en un producto textil llamado "crin vegetal", que antiguamente era usado en el relleno de colchones, butacas, divanes y demás usos cotidianos en que se emplea el pelote animal. La fabricación de crin vegetal no estuvo ampliamente extendida por toda España de manera uniforme, aunque la demanda tuvo su auge como fibra textil de gran interés, ya que su obtención es sencilla y normalmente genera pocos gastos su procesamiento. Con la fibra de palmito se pueden llegar a fabricar coyundas, serijos, sacos para envase, cordeles, espuertas para contener, livianos sombreros para el verano, esteras y barredoras (escobas comunes).

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