Es considerada una planta muy silvestre, abundante particularmente en medios rurales, habitual como tantos otros frutos salvajes en primavera, no suele ser una hortaliza muy valorada ni extendida en España, pero no por ello es imposible de conseguir. Goza de un generoso aprecio entre aquellos que la conocen y su excelencia culinaria es notable, su existencia en los estantes no se prolonga más allá de las tres semanas (puede conservarse en cámara frigorífica, pero dado a su grado de demanda su existencia es puntual) aunque la ternura de esta fresca es su punto fuerte, su recolección y consumo pasado este tiempo la endurece, haciéndola prácticamente incomestible incluso para los animales.
La estructura de los cardillos es lampiñosa y enrevesada, con hojas sinuosas pinasectas, dotada con segmentos y espinosos dientes y bordes.
La formación de sus tallos es el momento de mayor ternura y delicadeza, lo que la confiere especialmente para el uso de ensaladas; aunque su más frecuente uso culinario corresponde a guisos, potajes de verduras, etc., siendo frecuente su cocinado rehogados en aceite de oliva, sal y vinagre, alcanzando en esta forma de elaboración un sabor dulzaino y suculento, muy característico a la mayor parte del espectro de hortalizas habitualmente usado en la cocina castellana. Al igual que otras hortalizas tales como la lechuga o el canónigo, su valor alimentario no es precisamente notable, albergando un gran porcentaje de su composición en agua, y es por ello por lo que su uso específico se focaliza en cuanto a dietética y a la satisfacción particular del paladar, aunque no por ello está exenta de beneficios depurativos y refrescantes como otras muchas hortalizas.
Dado que su tiempo de comercialización está vagamente limitado a los meses de marzo y abril como mucho, su presencia en verdulerías pasa inadvertido sin trascendencia comercial alguna, aunque sí mucho más valorado en zonas del centro y norte peninsular, gozando de un desmedido aprecio y mejor fama como verdura exquisita. También vegeta en zonas meridionales de Europa, pero con el mismo escaso éxito que en suelo patrio, tanto que se desconoce sobre su cultivo específico, es por ello por lo que sus seguidores y amantes son muy escasos aunque no por ello menos especiales, quienes la buscan para degustar su delicioso sabor.
Tal y como reza en el título, Cardillo es solo el nombre vulgar de la especie Scolymus Hispanicus, perteneciente a la familia de las Compuestas, de esta parten tres especies mediterráneas que colonizan Canarias y Nubia; sin embargo, el Scolymus Maculatus o Scolytus Tagardina, tiene una variación en cuanto a su forma, ya que no posee cerdas en el vilano, tiene un tallo con alas más dentadas y espinosas, con pequeñas o medianas motas blancas, de estructura y composición cartilaginosa y anteras más oscuras, cuando en el Scolymus Hispanicus las cerdas las posee en vilano, además de alas del tallo interrumpidas, junto con anteras amarillas. Es esta última la que se consume como verdura y que da el nombre vulgar de "cardillo" a esta peculiar hortaliza silvestre. Su localización, al igual que su hermano mayor el cardo, corresponde a mieses, barbechos y zonas montañosas particularmente, así como espacios descuidados o dejados de mano de la labranza.
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